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La vida de una estudiante en tiempos de covid-19

 

Me llamo Victorina Pérez Calmo. Nací en 1999 en el caserio de Tuiboch, municipio de Todos Santos, cerca de la frontera de México. Se ubica entre montañas, en medio de áreas verdes. Es un poblado disperso con 1000 a 1500 personas que se llevan bien entre ellas. Nuestra casa está arriba del centro, a diez minutos de la Cooperativa. Es de adobe con un techo de lámina. Antes éramos seis a vivir en los dos cuartos, ahora somos cuatro: mis padres, mi hermano menor y yo. Tenemos agua y luz. Mi padre es socio de la Cooperativa La Todosanterita  y gana su vida produciendo café. Casi todos aquí viven de agricultura, sobretodo cultivan café en sus parcelas más o menos grandes. La cosecha empieza en diciembre y se termina en abril.

 

Mi carrera escolar empezó en 2005, cuando tenía seis años. Terminé la escuela primaria a finales del año 2011. Siguieron dos años perdidos para mis estudios por falta de recursos económicos. Sólo en 2014 pude inscribirme en un Instituto básico situado en otro pueblo, a una hora de camino. Después de conseguir el diploma de básico en 2017 decidí inscribirme a un curso de mecanografía. En 2018 empecé a estudiar en el liceo Mam, en Todos Santos. Ahora, a mediados de octubre 2020, falta un mes y medio y consigo el diploma de perito contador con orientación en computación. Son ocho cursos: 1) Contabilidad - práctica supervisada 2) Contabilidad Bancaria 3) Derecho Mercantil y Laboral 4) Auditoría 5) Computación 6) Estadística 7) Organización de Empresas 8) Seminario (dedicado a un cierto tema). Me encantan los estudios, especialmente todo lo que se refiere a matemáticas. En mi grado somos cuatro mujeres - somos un equipo muy unido que trabajamos siempre juntas para preparar los cursos.

Los ocho cursos se dan el sábado, de las 7.30 a las 16.00. Me levanto a las 4.30 para tomar la camioneta de las 5.00 que llega a las 7.00 a Todos Santos. Como nos dan tareas que hay que hacer por computadora, paso la noche en casa de una tía y trabajo el día domingo en un café Internet. Las demás tareas las termino en mi casa. Las horas de estudio son de noche, a partir de las 20.00 porque durante el día trabajo, tejiendo cinco a seis horas al día y ayudando a mis papás en sus trabajos. Tejo huipiles para mujeres y cuellos para camisas de hombres. Es el único trabajo que hay en Tuiboch donde casi todos llevamos el traje tradicional. Así gano aproximadamente 200 Q al mes (aproximadamente  26 $), si es mucho la tercera parte de lo que pago para los estudios tomando en cuenta todos los gastos.

El 13 de marzo 2020 mi vida cambió radicalmente cuando se anunció el primer caso de Covid-19 en Tuiboch. El 15 se cerraron todas las escuelas del país. Nos informaron por altoparlantes cuáles eran las demás medidas de tomar: no viajar, no salir de casa, lavar las manos, quedarse a distancia de otras personas. Se suspendió el transporte público, sólo quedó el transporte privado. El 22 de marzo, el gobierno decretó el toque de queda de las 16.00 de la tarde a las 4.00 de la mañana. Aquí se cerró el acceso al caserio. Se pusieron retenes en cuatro puntos durante el toque de queda. En general la gente fue muy respetuosa, sólo pocos no estaban de acuerdo y protestaban. Esta medida se aplicó hasta finales de mayo, después se hizo menos estricta. Sin embargo el número de enfermos y fallecidos se queda impresionante. El 1 de octubre indicaron que eran 84’738 los hospitalizados y 3’347 los muertos. 

Aquí en Tuiboch no hubo ni enfermos ni aún menos muertos, mientras en todo el municipio dicen que fallecieron 30 a 40 personas. Sí, el ambiente cambió en Tuiboch. No hay desconfianza entre nosotros, eso no. Estamos siempre al pendiente cómo están los vecinos para que podamos ayudar rápido cuando alguien se enferma. Así las amistades se quedan como antes. La mayoría de la gente actúan como lo hago yo. Cuando salgo, llevo mascarilla y me lavo siempre las manos con jabón cuando manipulo algo. Muchas personas prefieren quedarse en su vivienda. Es cierto que Covid-19 tiene consecuencias emocionales. Nos preguntamos: ¿Qué vamos hacer? ¿Qué será mañana? Tenemos muchas preocupaciones más... Sólo unos pocos no tienen miedo. Dicen que el virus no existe o que no es grave, siempre andan, también de noche. Con los vendedores que llegan de afuera insistimos que lleven mascarillas y que respeten las medidas de tomar. Hay algunos que no escuchan... ¿qué quiere Usted que hagamos? Mejor hablar de algo positivo: Unos vecinos emigrados que trabajan en Estados Unidos hicieron una colecta y mandaron el dinero recaudado a las autoridades de Tuiboch. Compraron maíz, arroz, azucar, jabón y dieron una porción a cada casa. Esta es la solidaridad de la gente de Tuiboch.

Para los pequeños productores, especialmente los que tienen más terreno que mi padre. la pandemia tiene también consecuencias negativas. No llega la mano de obra de otros municipios y los mozos tuvieron que volver a su lugar de origen. Así los cafetales son afectados por roya o porque no son limpiados. Saber cómo reaccionará el mercado...

Para mí, lo fatal es que los estudios se hacen complicados con el liceo cerrado. Tuve mis últimas clases presenciales el 14 de marzo. Hubo que esperar bastante para recibir las primeras tareas por Internet.  Algunos maestros nos explican muy bien los temas de estudio, pero no todos. En Derecho Mercantil y Laboral el docente, muy aplicado, nos deja tareas con temas que investigamos, resumimos y explicamos en un video. Ahí aprendo mucho ya que cada tema es muy claro y él siempre nos anima a seguir adelante y a no darnos por vencidos. También me gusta el curso de Estadística ya que se trata de números y de diferentes gráficos de estadística fáciles de realizar y muy entendibles. En otros cursos, la comunicación con los docentes es difícil, a veces no hay. 

A principio de mi último año de estudios, estaba muy emocionada. Tenía muchos planes para este ciclo escolar. Ninguno de ellos se ha cumplido. Trato de dar lo mejor de mí en todas las materias. Recientemente tuvimos una pequeña reunión con el director del liceo. Volví a ver a mis compañeras lo que me alegró mucho, aunque fue sólo por un rato. 

Si no fuera por la pandemia, a esta fecha estaríamos planeando nuestra graduación y esperando la feria titular de nuestro municipio que fue suspendida por el virus. Este año ha prácticamente sido anormal en todos los sentidos y nos ha afectado a todos... pero ¿qué hacemos? Yo opino que sólo hay que esperar y cumplir con todas las medidas para protegernos. 

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